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La silla mongola

La silla mongola a lo largo del tiempo

Hay muchos rumores sobre la silla mongola, que supuestamente es muy incómoda. En realidad, no es así, aunque hay que reconocer que no está perfectamente adaptada al turismo y al senderismo, sino más bien al trabajo y a la guerra.

El origen de esta silla se remonta a la gran época del Imperio Mongol y las invasiones de las "hordas doradas". La silla mongola evolucionó durante múltiples campañas militares para adaptarse perfectamente a las exigencias de la guerra. Estas sillas tenían altos arzones o pomos (en la parte delantera) y altos recaderos (en la parte trasera) para evitar que el guerrero cayera del caballo durante las batallas. Además, las sillas mongolas estaban decoradas con esculturas y adornos metálicos que reflejaban el arte del Imperio mongol, diseñados para impresionar a los ejércitos o poblaciones que las tropas mongoles atacaban.


Su forma y su panel de madera estaban y aún están perfectamente adaptados a la morfología del caballo mongol, que es de tipo doble-poney. La forma muy redondeada de los flancos de los caballos mongoles hace difícil, incluso hoy en día, el uso y ajuste de una silla de otro modelo. La silla mongola se coloca perfectamente sobre el lomo del caballo mongol y sus paneles (o acolchados) impiden que se deslice lateralmente, incluso cuando el guerrero se inclina hacia un lado para atacar o protegerse. Asimismo, el asiento elevado proporciona al jinete una gran estabilidad cuando se pone de pie en los estribos.

La estructura muy rígida de los paneles laterales permite al jinete una gran precisión en el manejo de su montura con las piernas o la cadera, lo cual es imprescindible durante las batallas. La silla y los estribos son, en Mongolia, los dos elementos más importantes para montar.


Los mongoles dependieron en gran medida de sus monturas y sus sillas de montar para hacer y ganar guerras. Fue así como los ejércitos de los grandes Khanes mongoles pudieron conquistar vastos imperios como China y Rusia gracias a la fuerza de su caballería.

En aquellos tiempos, los tapices de las sillas de montar eran simplemente pieles frescas de ovejas, que proporcionaban una gran flexibilidad y comodidad para el caballo. Estas pieles se cambiaban regularmente, ya que muchas ovejas eran sacrificadas cada noche para alimentar a los ejércitos durante sus campañas de conquista.

En la actualidad, estas pieles han sido reemplazadas por gruesos tapices de fieltro.

Además de su función militar, las sillas de montar también desempeñan un papel importante en la comunidad mongola. Los caballos son utilizados también para carreras, que siguen siendo un deporte muy popular en Mongolia.

Por último, la silla mongola representa el arte durante todo el período de los sucesivos Imperios mongoles. Estas sillas estaban decoradas con delicadas esculturas o piezas metálicas que formaban hermosos patrones. Representaban el arte de un imperio que no producía muchos otros artefactos artísticos, ya que los mongoles eran un pueblo nómada que no tenía tiempo de establecerse en un lugar y producir pinturas o esculturas que no pudieran llevar consigo, sin importar cuál fuera su próximo destino.


La silla mongola: un objeto sagrado

Los mongoles tienen un fuerte vínculo cultural con los caballos y con la silla de montar. Para ellos, la silla de montar es más que un simple equipo utilizado para montar a caballo; es un símbolo de poder y prestigio, y a menudo se transmite de generación en generación. Las sillas de montar mongolas también son increíblemente complejas y bellas, con bordados coloridos y detalladas cuentas de colores.

Hasta el día de hoy, los "maestros" que fabrican estas sillas perpetúan un conocimiento ancestral. La madera es cuidadosamente seleccionada, cada parte de la silla es meticulosamente tallada, pulida y ajustada, y cada componente se ensambla con correas de cuero, sin clavos ni pegamento, solo un ajuste perfecto que determina la calidad del trabajo y de la silla, un arte que se asemeja a la artesanía.

En la cultura mongola, la silla de montar no solo es un símbolo de riqueza y estatus, sino una obra de arte. Para los mongoles, es una fuente de orgullo y refleja su rico patrimonio cultural.

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